Llegaste a tu punto de ruptura y finalmente aceptaste la llamada de dejar tu trabajo. ¿. Ahora, ante la puerta abierta de par en par de la independencia, te espera la nube de una decisión crucial: ¿deberías trabajar como autónomo o emprender?
Piensa en el trabajo autónomo como la «primera marcha» de tu negocio. Un negocio autónomo puede parecer pequeño al principio, pero es la plataforma de lanzamiento para un éxito significativo más adelante. Pero, ¿son los autónomos verdaderos emprendedores? Ambos son pioneros, pioneros que abren camino a nuevas empresas. Es cierto que trabajar por cuenta propia es un trampolín, pero recuerda que es un camino completamente distinto.
En esta guía profundizaremos en el núcleo de tus aspiraciones profesionales y conoceremos la delgada línea que separa el trabajo autónomo de la iniciativa empresarial. ¡Sigue leyendo!
¿Qué es el trabajo autónomo?
El freelance es el arte de trabajar de forma independiente desde cualquier lugar, ofreciendo servicios a medida personalizados para clientes variados en función de un proyecto. Aquí reina la flexibilidad: en el trabajo realizado, las horas invertidas y la elección de la clientela.
El autónomo encarna la esencia de su marca, donde su singularidad se convierte en el argumento de venta. No es solo un par de manos que esperan instrucciones; es el asesor, el experto encargado de resolver los retos de la clientela elegida.
Por lo general, su trayectoria empresarial comienza con ese cliente inicial. Los costes son mínimos y los ingresos se convierten en ganancias. Sin embargo, lo principal es el oficio en sí: escribir, diseñar, asesorar o comercializar.
¿El objetivo final? Un empleo estable sin jefe, destacando por la calidad del trabajo y aumentando gradualmente la demanda y las tarifas.
En palabras del gurú del marketing Seth Godin: «Trabajar como autónomo es la forma más fácil de empezar un nuevo negocio».
¿Qué es el espíritu empresarial?
El espíritu empresarial es el arte de combinar recursos de forma innovadora, asumiendo los riesgos de organizar y dirigir una empresa. Es un viaje de creación y expansión de una empresa, que a menudo conlleva importantes riesgos financieros en busca de rentabilidad y expansión.
Los emprendedores son los visionarios, los que detectan las lagunas del mercado y las necesidades no identificadas. A continuación, invierten -ya sea con fondos propios o de un inversor- para crear una empresa que satisfaga esas necesidades.
La confusión radica en la ampliación de la definición de «empresario», que ahora incluye a cualquiera que inicie su propio negocio. Pero, a decir verdad, crear una empresa no convierte necesariamente a alguien en empresario, sino simplemente en propietario de un negocio.
Las empresas sin espíritu emprendedor suelen ser menos arriesgadas. Dependiendo de la personalidad y las aspiraciones de cada uno, incluso pueden ser más satisfactorias.
Para el empresario, el beneficio se deriva de los márgenes de los productos vendidos, con otros ejecutando el trabajo, lo que da lugar a que los ingresos superen los costes y generen beneficios. Construir este proceso suele exigir tiempo e inversiones, de ahí la intervención de préstamos o capital riesgo.
¿Su principal cometido? Fomentar una organización que impulse un cambio transformador. En esta función, el trabajo práctico se reduce al mínimo, cuando no desaparece por completo.
Seth Godin cree que: «Los empresarios ganan dinero cuando duermen».
Emprender frente a trabajar por cuenta propia
Descifremos las principales diferencias y analicemos las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas.
Gestión del tiempo
La distribución del tiempo difiere significativamente entre autónomos y empresarios.
Los autónomos ganan exclusivamente en función de sus horas de trabajo. Según The Economist, los autónomos trabajan de media un 6% más de horas semanales que los empleados tradicionales. Sin embargo, los autónomos disfrutan de flexibilidad en sus horarios. Pueden armonizar el trabajo con sus compromisos personales, ajustando su carga de trabajo como deseen. Por el contrario, los emprendedores, sobre todo en las fases iniciales, soportan una dedicación incesante.
En cambio, los emprendedores dedican horas similares a las de dos empleos a tiempo completo en la fase inicial. Sin embargo, una vez que se establecen en el mercado con sus conceptos innovadores, generan ingresos continuamente, incluso más allá de las horas de trabajo determinadas.
Los autónomos cambian directamente tiempo por ingresos, que a menudo superan los de los empleos tradicionales. Sin embargo, esta autonomía conlleva la tarea de encontrar sus propios proyectos, lo que a veces provoca fluctuaciones en los ingresos.
Los empresarios pivotan hacia la automatización, los sistemas y, finalmente, las operaciones autosuficientes facilitadas por los empleados.
Batalla de ideas y competencias
El espíritu empresarial se nutre de ideas rompedoras, la chispa que produce beneficios sustanciales. Se trata de conceptualizar una idea, perseguirla con sinceridad y transformarla en una realidad tangible. El calibre de su idea suele estar en correlación con sus ganancias financieras.
En cambio, la destreza de los autónomos reside en sus habilidades. Dominar el código Java, redactar textos de venta convincentes o captar fotografías cautivadoras convierten a los autónomos en talentos codiciados. Los clientes contratan sus servicios en función de estas habilidades y esperan una entrega acorde con la visión creativa del cliente. Aunque la aportación creativa es bienvenida, el objetivo principal sigue siendo obtener los resultados deseados.
Vendibilidad
Los empresarios comercializan principalmente productos -ya sean componentes de automóviles, magdalenas o juguetes para mascotas-, cualquier cosa que pueda despacharse a través de socios de reparto constituye un producto.
La creación, venta y distribución de productos exige importantes inversiones. Implica la creación de prototipos, el diseño de productos, la realización de pruebas rigurosas, la fabricación, el establecimiento de puntos de venta al por menor y la contratación de personal (ya sea para tiendas físicas o para la gestión de sitios web). El riesgo inherente a la iniciativa empresarial se deriva de la considerable inversión inicial, incluso antes de que el negocio despegue.
Sin embargo, el objetivo último de los empresarios gira en torno a la creación de una empresa con un activo vendible capaz de generar ingresos recurrentes. Por ejemplo, como propietarios de sitios web, los emprendedores tienen el potencial de generar ingresos continuos a través de enlaces de afiliados, anuncios y ventas de productos durante años.
Por otro lado, los autónomos ofrecen servicios como redacción, diseño web, fotografía o ilustración. A diferencia de los empresarios, los autónomos no producen activos vendibles.
Los autónomos suelen poseer las competencias necesarias adquiridas mediante formación previa, lo que mitiga la necesidad de una gran inversión inicial. Si se enfrentan a una carencia de competencias para un proyecto, los autónomos pueden colaborar con otros o aprender paralelamente al proyecto.
Multitarea
Los autónomos suelen tener varios trabajos simultáneos, mientras que los empresarios suelen dedicarse a una sola empresa.
El panorama de los autónomos ofrece diversas configuraciones de trabajo: algunos operan en línea, otros fuera de línea. Algunos se dedican a su propio negocio mientras trabajan como autónomos, mientras que otros tienen un empleo principal que complementan con el trabajo como autónomos. Un estudio de la Asociación Nacional de Empresas indica que casi el 50% de los autónomos gestionan dos o más trabajos simultáneamente.
Una ventaja notable de los autónomos reside en su capacidad para acumular trabajo rápidamente en poco tiempo. En comparación, los empresarios necesitan mucho capital y mano de obra para poner en marcha sus empresas.
Volatilidad de los ingresos
Los autónomos trabajan por contrato, a menudo remunerados por horas, lo que se traduce en ingresos volátiles. Por el contrario, los empresarios trabajan con contratos fijos a lo largo de los años, de los que obtienen ingresos a largo plazo. Controlan su inversión de tiempo y su potencial de ingresos mientras cultivan su negocio.
Los ingresos de los autónomos suelen ser más inmediatos que los de los empresarios del mismo sector. Por ejemplo, mientras que un sitio web nuevo puede tardar seis meses o más en generar ingresos a través de anuncios o enlaces de afiliación, un autónomo puede ganar dinero rápidamente elaborando un artículo para un sitio web y recibiendo el pago sin demora.
Los autónomos también operan con un modelo basado en comisiones, recibiendo el pago sólo cuando el cliente remite el dinero por sus servicios.
Factor de riesgo
Los empresarios asumen mayores riesgos incluso antes de la creación de la marca. Cuando se trata de trabajar por cuenta propia, existen riesgos asociados al tiempo y el dinero invertidos en captar nuevos clientes, aunque las probabilidades suelen ser más seguras. Hay una demanda constante de servicios de personas cualificadas, y los mercados establecidos ofrecen acceso inmediato a los clientes desde el primer día.
La iniciativa empresarial implica lanzar productos sin una base de mercado establecida. A no ser que se trate de un bootstrapping, suele requerir un capital considerable para su puesta en marcha.
Los empresarios se enfrentan a numerosas responsabilidades adicionales inherentes a la gestión empresarial. Mientras que un autónomo se centra únicamente en su servicio, un emprendedor se enfrenta a multitud de tareas complementarias. Por ejemplo, alguien que gestiona su sitio web debe buscar alojamiento, gestionar el registro de dominios, buscar los plugins óptimos, optimizar el SEO y establecer asociaciones para anuncios y enlaces de afiliación, entre otras muchas tareas necesarias.
Entonces, ¿los autónomos también son empresarios?
A veces, los autónomos añoran el camino empresarial y empiezan a contratar a otros autónomos. Sin embargo, este enfoque suele toparse con un muro de escalabilidad. La gestión de autónomos difiere significativamente de la experiencia individual como autónomo. Dar prioridad a los mejores proyectos para uno mismo mientras se gestiona un equipo puede acarrear complicaciones, especialmente en lo que respecta al flujo de caja. Esta lucha suele disuadir a posibles inversores, ya que a los autónomos de este modelo les resulta difícil pivotar hacia una estructura empresarial escalable.
Para los empresarios, el éxito depende de algo más que del esfuerzo individual. Depender únicamente del trabajo personal presenta limitaciones inherentes: no es escalable. Si el trabajo es exclusivamente tuyo, no estás construyendo un sistema; básicamente, te estás empleando a ti mismo (probablemente sin una remuneración adecuada).
En pocas palabras, los emprendedores pueden empezar trabajando por cuenta propia, pero al final los caminos se separan completamente como dos vías de tren. En última instancia, todo depende de tus intereses, tus habilidades y tu pasión.
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